martes, 9 de octubre de 2007

CANTO I DE LA AYAHUASCA


Del caldero de la liana
Huían desesperadas las ánimas
Tras la solvencia del brebaje.

Los sé, lo vi, y lo sentí.

En el trance no hay medio tiempos
Solo una seguidilla de visiones
De espectros moribundos
Ahogándose en las aguas del rito.

La barca, el vaso,
De madera el cáliz sagrado del chaman.

Amortigüe la caída sobre el lomo de una anaconda
Y ya ni las musarañas del misántropo
Hacían gemir las mandíbulas del ungido.

Silencio por un instante
Torbellino
El mareo de miles de barcos
Volcados en un segundo,
El viaje comienza
Se abre un útero
Y contemplo a miles de cordones umbilicales
Con las manos abiertas,
Luego pirañas fantasmagóricas acosan mi sal.

El cazador brillaba intensamente
Sus perros movían la cola.